Thursday 24 February 2011

Desviaciones en la serranía de Ronda

Ronda y la serranía atraen a numerosos visitantes, eso es evidente ante la variedad de acentos que escuchamos en las calles, bares, restaurantes y comercios de la ciudad.

Muchos sabemos que el turismo es la gran industria de esta ciudad, la industria que da oxígeno a no pocos sectores de la economía local y que posiblemente siga suponiendo por mucho tiempo la única fuente de ingresos no subsidiada por el Estado.

A lo largo de las últimas décadas, además del floreciente –e implacable- turismo impulsado desde la costa, la población de residentes de origen europeo establecida en la serranía ha aumentado considerablemente, y hoy, la serranía puede presumir de poseer un colectivo de residentes que pertenece a un muy amplio espectro de nacionalidades, como otras famosas zonas repartidas entre el interior y la costa mediterránea europea.

La existencia de semejante conjunto de habitantes ha de ser para la ciudad un motivo de satisfacción porque la convivencia e integración del extranjero siempre enriquece cuando hay consciencia del provecho que ese encuentro puede procurar a todos, y no me refiero necesariamente al provecho económico, sino al cultural, tal vez el rendimiento definitivo a la hora de mejorar Ronda y su serranía, como enclave atractivo para todos y no solo para pasar el día. Turistas, estudiosos, peregrinos, viajeros, creadores, curiosos, detractores, etc., todos dejan una impronta que no tarda en ser expresada, y la industria de la ciudad, afortunadamente, lo perpetúa. Y siempre me pregunto ¿qué piensan el rondeño o el serrano de esta experiencia? ¿de qué forma percibe un habitante oriundo al forastero que disfruta por lo general en mayor medida y de mas cosas que el local, porque a éste, a menudo, se le escapan por evidentes?

El asombro que produce la serranía, su visión en las distintas estaciones, la inexistencia de un horizonte lineal y su abismal percepción del espacio; la invitación a tocar un cielo y respirar una brisa casi permanente, nos ha “arrebatado” si no “secuestrado los sentidos” a muchos de nosotros, que somos forasteros en origen; nos ha quitado un poco de imaginación y, sin embargo, nos ha dado mas inspiración de la que podíamos imaginar.

Sí. En Ronda casi experimentamos un dilema; es un destino que nos atrapa y del que difícilmente podremos deshacernos, porque la experiencia vital que nos ofrece, en un espacio-tiempo es tan abrumadora que nos hace indulgentes para con el tiempo que vivimos y hedonistas dentro de su espacio. Estamos aquí porque nos gusta que el tiempo transcurra en este lugar.

La exposición Desviaciones del grupo NIE forma parte de esa experiencia placentera, que incluye cierto rapto de la imaginación y una abundante inspiración. Ronda y su sierra tal vez estén dando algo que desconocen. Es tiempo de descubrirlo, y no solo con esta exposición, sino, también, con muchas otras demostraciones que tienen su lugar donde habitar es paradigma de estar.


Ignacio Herrera de La Muela

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